18 marzo, 2025

Turismo en Cala Montgo

Cala Montgó, o Cala Mongó, es una de las más apreciadas calas de la Costa Brava. Se encuentra a medio camino entre los municipios de L’Escala y Torroella de Montgrí.

Aquí podréis encontrar playa, montaña, actividades deportivas, tranquilidad, ocio familiar… Ven a visitarnos, no te arrepentirás. Después de tu visita, estamos seguros de que Cala Montgo será tu pequeño paraíso en la Costa Brava.

Imágenes de Cala Montgo

Bienvenido a la galería de fotos de nuestra playa favorita de toda la Costa Brava.

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Entorno de Cala Montgó

El Montgó

El Montgó, o Mongó, es una montaña de 95 metros que se encuentra en el municipio de l’Escala en la comarca del Alt Empordà. En la cima hay una torre de defensa. Se adentra el mar Mediterráneo conformando la punta Montgó que acaba en la cala Montgó por el norte. Es el punto mas meridional del golfo de Roses. Geologicamente es un afloramiento calcáreo. Su urbanización es extensiva aunque no ha progresado en extensión desde la ley de costas de 1988.

Vista panorámica de la cala Mateua y Montgó
Vista panorámica de la cala Mateua y Montgó

El Montgrí

Este macizo de naturaleza calcárea separa las bahías de Roses y del Ter y aporta interesantes elementos de diversidad ecológica al paisaje. Su carácter salvaje e inhóspito lo convierte en una excepción en el entorno de la Costa Brava. Esta zona está ocupada principalmente por pinedas y maleza esteparia, además de por la vegetación que aparece no sólo en los ambientes boscosos, sino en toda la franja este del macizo, a ras de mar. En este sentido, destacan las calas Pedrosa y Ferriol.

Durante los meses de verano, y debido al riesgo de incendios pues es bosque mediterráneo,  está prohibido circular con vehículos a motor por los caminos que llevan desde Cala Montgó a L’Estartit, pudiéndose recorrer (y disfrutar) solo a pie o en bicicleta.

Playas

Cala Montgó

Cala Montgó se encuentra ubicada en la vertiente del Macizo de Montgrí, constituyendo en origen la salida de una arroyada. En su vertiente torroellenca está llena de pinares de pino blanco y carrascal y de acantilados que, siguiendo la costa hasta rodear el Montgrí, son el hábitat de numerosas especies como el cormorán moñudo o el halcón peregrino. Los numerosos fondos de arrollada son ricos en posidonia oceánica, una especia vegetal indicadora de la calidad del agua.

La cala Montgó se encuentra en el termino municipal de Torroella de Montgrí, aunque está mas cerca del municipio de L’Escala (de hecho, algunas calles del lugar pertenecen a L’Escala) Desde el paseo marítimo de L’escala, donde se instala un mercado los domingos por la mañana, se puede llegar por el camino de ronda. También se puede llegar en coche siguiendo la avenida Montgó.

Geológicamente corresponde a las estribaciones más septentrionales del macizo del Montgrí siendo de largo la cala más accesible y grande de las que hay en este tramo agreste de la Costa Brava. Es orientada a levante y por el norte la culmina la punta Montgó, coronada por una torre de vigía fortificada de la época moderna. Por el sur cierra la cala la punta Milán a unos 1,1 km de la playa.

Aunque la mayoría de la costa está rodeada de escarpados acantilados calizos la playa es de arena de grano fino. Las aguas son transparentes y tranquilas, pues se encuentra resguardada de los temporales de tramontana tan habituales en el Empordà.

Por esta playa pasa el camino de ronda, actualmente denominado GR 92, que recorre el litoral catalán desde Portbou, en la frontera francesa, hasta Ulldecona, apenas pasado el Delta del Ebro.

A la derecha (dirección Sur) de la cala nos encontramos el macizo de Montgrí, que delimita las comarcas del Alt y el Baix Empordá.

Cala Montgó por la noche
Cala Montgó por la noche

COMO ACCEDER: desde el centro del pueblo siguiendo la Avda. Montgó hasta el final

LONGITUD: 200 m

SERVICIOS: Duchas más WC público, socorristas del 15 de junio al 15 de septiembre, alquiler de hamacas y patines, quiosco, parquings (ver plano)

Cala Illa Mateua

Cala «virgen» de piedras dividida en 2 zonas, ideal para la práctica del submarinismo. Acceso difícil para niños o personas mayores. Sin servicios de socorrismo, duchas…

COMO ACCEDER: Desde el centro del pueblo, hacia Montgó por la avenida. Al llegar a la rotonda grande en la parte mas elevada del camino (a mano derecha hay una casa amarilla que es un restaurante que se llama Calachari), en esa rotonda se toma la 4ª salida, cuya calle discurre por detrás de los campings. Tras pasar el centro de buceo lo mejor es aparcar donde se pueda (no hay parquings).

LONGITUD: 170 m

Otros

Torre d’en Montgó, Obra popular de XVI, en la cima de la montaña de Montgó 42° 06′ 39″ N 3° 10′ 27″ E

Historia

Corría el año 1590. Por aquel entonces Torroella de Montgrí era ya una muy noble villa con lujosos palacios que hervían llenos de prohombres, guerreros y hermosas damas vestidas con ricas telas.

Astrólogos, bufones, trovadores, pajes, criados, soldadesca. Caballos, perros de caza, halcones adiestrados, etc. No todo el mundo era nativo del país, también había gente de fuera, unos como dueños de algún premio heredado de familiar lejanos, o bien conseguido como premio o prebenda real en ganar encarnizadas batallas. Otros sencillamente invitados para celebrar festejos o normales acompañados de los nobles señores de las ricas mansiones de Torroella.

¿Y qué pasaba con toda esta gente? La época era tranquila. no tenían guerras para batallar ni torneos para contrastar sus fuerzas y habilidades.

¿Qué podían hacer pues …? ¿Grandes comidas …? ¿Representaciones teatrales en el palacio …? ¿Grandes bailes …? ¿Escuchar cuentos y cantos de trovadores …? Pero todo esto no era suficiente para que aquellos hombres, luchadores, curtidos en mil y una batallas, pudieran enfrentar sus habilidades destreza y fuerza personal.

De no salir de estas fiestas de palacio lo que pasaba es que todo lo que ganaban de estómago, iban perdiéndose de fuerza, destreza y ligereza. Se iban apoltronado y aburriendo de lo lindo.

Había que hacer algo más viril, más movido, más duro. Y a finales encontraron una buena solución Acordaron organizar grandes cacerías por los frondosos bosques del entorno. Caramba! Esto ya era todo otra cosa!

Con esta idea, cogieron sus briosos caballos, y armados como Sant Ferriol, con jabalinas, ballestas arcos y flechas, y bien acompañados de soldados, sirvientes, perros, y los imprescindibles halcones adiestrados para la caza.

Una vez movilizada toda esta tropa, salían al amanecer; salían con intenciones de capturar ciervos, faisanes y, en fin, tampoco hacían aspavientos de algún conejo temeroso o algún tordo asustadizo.

Estas piezas «menores» iban bien para dar a la jauría de perros o a los famélicos halcones, y si después de hartos estos animalitos aun sobraba vianda, añadida a las sobras de los préstamos pantagruélicos de los caballeros, servía para ir a parar a las tablas los soldados, sirvientes y morralla.

También por aquel tiempo, lo que es hoy gran y bonito pueblo de L’Escala, era tan sólo un puñado de barracas humildes, de gente sencilla, que tenía que ganarse la menestra trabajando de sol a sol. Salían a pescar a fuerza de brazos con las barcas de vela o remo y, si la jornada les era productiva, preparaban muy bien el pescado en grandes banastas que se ponían en la cabeza y descalzos iban hacia el pueblo de Empúries, centro importante del que dependía en todo y por todo en aquel barrio pescador llamado Puerto de L’Escala.

Si el mercado se daba bien, en la bolsa llevaban de vuelta unos cuantos maravedíes y en las banastas habían cambiado el pescado de la ida por viandas o utensilios de todo tipo.

Al llegar a L’Escala, unos hacían vía hacia su huerto, a cuidar las cuatro verduras que debían acompañar sus austeras comidas. Otros iban a la viña de la que sacaban el vino para el año. Y algunos otros llevaban a pastar los animales comunitarios, corderos, cabras, y algún que otro lechón, mientras ellos aprovechaban para hacer leña, cogiendo ramas secas de pino, encina o roble, cepas de brezo o todo el arbusto entero, etc, leña que hacían servir de combustible para hacer hervir la olla y de medio de calefacción los fríos días del invierno.

Eran gente morena, ceñuda, seca por el mucho trabajo y el poco descanso. Prácticamente ninguno sabía de letra, pues no había posibilidad de ir a la escuela. Sus conocimientos del mar y los secretos de la pesca, así como las épocas de plantar esta o la otra vianda, las iban pasando de padres a hijos como un ritual sagrado.

¿Y qué pasó? Los caballeros de Torroella, en el afán de la caza cada vez iban más lejos adentrándose en las selvas del Monte Grande o Real. Hasta que un día, sus fogosos caballos, persiguiendo una pieza esquiva, llegaron a las tierras de l’Escala y sin mirarla demasiado, aplastaron los huertos, asustaron a los pequeños rebaños de cabras y corderos que pastaban tranquilos, y incluso, más de un escalense recibió alguna varapalo entre la nuca y orejas, dada con el palo de la lanza, por no apartarse a tiempo del paso de los caballeros montados en sus nerviosos caballos.

Claro que también más de un caballero queda con el casco de hierro abollado y el quitarse la cota de malla se vio las costillas amoratadas.

Como es lógico, aquellos hombres secos y tostados por el sol y el viento de tramontana se defendieron con valentía, blandiendo con traza sus hondas y los palos de pastor, mientras que los pequeños y mañosos perros pastores mordían las piernas de los caballos haciendo a más de un encabritar yendo caballo y caballero de barrancas por tierra.

Estos hechos se repitieron una y otra vez, hasta que los señores de castillos y palacios, enfadados de tal atrevimiento, decidieron poner pleito a los pescadores de L’Escala, para reivindicar la total propiedad de la Montaña Grande, y así poder cazar tranquilos.

Por orden del alcalde de Girona y el Rey Felipe II, el Dr. Bernat Alsina, en el mes de abril de 1593, hizo inspección ocular del lugar de los hechos, para pasar el informe pertinente. El estar los nobles de Torroella bien relacionados con la Corte y con suficientes medios económicos y de influencia personal hicieron presión en su favor, y sucedió lo normal en estos casos. El poderoso gana al humilde y el día de gracia del 13 de julio del año 1599, una real sentencia del monarca Felipe III deja a los pescadores sin lugar de pasto, sin poder sacar leña ni cultivar viñedos y huertos.

Los «señores de haciendas y vides» se encargaron de hacer cumplir la sentencia y marcar la divisoria. Leyeron detenidamente el pergamino oficial, y como la cartografía no era su fuerte y las explicaciones de dinteles tampoco eran demasiado concretas y categóricas, se dijeron:

-Ya puestos, ya no viene de un palmo. Aprovecharemos para acabar de fastidiar estos osados pescadores que se han atrevido a desafiarnos.

Y dicho y hecho. Sin pensárselo dos veces, plantaron los hitos del término incluyendo toda CALA MONTGÓ. Playa que los pescadores de L’Escala utilizaban para resguardarse las barcas de la tramontana aprovechando aquellos días de temporal para repasar las redes, calafatear las barcas o reparar los aparejos de pescar. Como en aquel tiempo todavía no se había inventado lo del «turismo» ¿de que más podía servir Cala Montgó?

Pero entonces fueron «los señores» quienes aprovecharon la blanca arena para descansar de las fatigas de la montería. Al mismo tiempo los caballos podían abrevar en las fuentes de agua clara y fresca que había en la llanura conjunta en la playa, mientras los sirvientes aprovechaban para contar y apilar las piezas abatidas.

Y quién sabe si para hacer uso o abuso de su «derecho de pernada» y de encontrar por aquellos lugares alguna pescadora demasiado confiada, aprovecharan la ocasión.

Pero desde de aquellas pica-peleas hasta hoy ha llovido mucho, han pasado muchos días. Casi CUATROCIENTOS AÑOS: CUATRO SIGLOS.

Y de los hechos mencionados, no quedan nada más que anotaciones en libros de historia o de hechos de armas, llenos de polvo y telarañas. Y de las armas de entonces, como mucho pueden quedar alguna que otra reliquia oxidada colgada en un Museo de Historia, o en alguna casa feudal restaurada.

El Mundo en general, y con él esta pequeña Cala de la Costa Brava, han evolucionado infinitamente.

Hoy Cala Montgó, que no se ha movido de su lugar, sigue lejos de Torroella de Montgrí, pero a su vez apartada de L’Escala. Este bello rincón de la Costa Brava bulle cada verano con la llegada de cientos de turistas, atraídos por su tranquilidad, su playa e corte familiar, sus calas de rocas en estado natural, sus paseos por el monte. Se ha convertido en un lugar moderno y de convivencia pacífica entre gentes de diversas nacionalidades.

Esperamos que disfrutes de tu visita a Cala Montgó tanto como nosotros de que nos visites.

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Melanie
Melanie
17 agosto, 2023 11:35 am

El enfoque en la historia y la cultura agrega una capa única a esta experiencia. Descubrir los vestigios arqueológicos y sumergirse en las tradiciones locales es como viajar en el tiempo mientras exploras este hermoso lugar

Jordi
Jordi
29 agosto, 2023 9:02 pm

Mi querida calamontgo!

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